15 de enero de 2010

La presión ecologista impide que el BBVA financie un proyecto energético en Chile


Se construirán cinco centrales hidroeléctricas en la Patagonia
La presión ecologista impide que el BBVA financie un proyecto energético en Chile

El banco español alega ahora que no cumple los criterios de sostenibilidad

La Patagonia chilenaÁngel Guzmán.– "Os confirmo que en el BBVA nunca se ha estudiado financiar este proyecto, y que no lo vamos a financiar en ningún caso por no cumplir los criterios de sostenibilidad establecidos en el Grupo en materia de Project Finance". Era la respuesta oficial de Antonio Ballabriga, director de Responsabilidad Corporativa del BBVA, a los grupos ecologistas que promovieron la campaña Patagonia sin Presas. Esto del Project Finance, en castellano financiación de proyectos, pero se ve que en inglés queda mejor, significa que el BBVA no dará crédito alguno al polémico plan de construcción de cinco centrales hidroeléctricas en la Patagonia chilena.

Esta campaña, coordinada por la ONG Setem, consiguió ya una decisión similar del Santander, corroborada por su presidente, Emilio Botín, en una junta general de accionistas del banco. Para los ecologistas, el denominado Proyecto HidroAysén contempla la construcción de 2.350 kilómetros de líneas eléctricas y 6.000 torres en una de las mayores reservas de agua dulce del mundo. En su opinión, la existencia de estas cinco centrales hidroeléctricas supondría "una gran amenaza para la sostenibilidad de la economía local", además de desplazar "cientos de familias en más de 14 regiones del país".

HidroAysén es un proyecto hidroeléctrico que comenzó a andar en septiembre del año 2006 en el extremo sur de Chile, basado en la construcción y operación de cinco centrales hidroeléctricas (dos en el río Baker y tres en el río Pascua). El proyecto HidroAysén tendría una potencia instalada de 2.750 megawatios y una capacidad de generación de 18.430 Gwh de energía al año, lo que representa prácticamente al 35% del consumo de Chile en el año 2008. En el año 2020, que es cuando se espera que el proyecto esté plenamente desarrollado, podrá cubrir el 21% de la demanda del Sistema Interconectado Central (SIC) de Chile.

Para facilitar su aprobación, ante la fuerte resistencia mostrada los ecologistas y otros movimientos sociales y ciudadanos, las empresas promotoras de HidroAysén modificaron el proyecto inicial, con una reducción del 36,5% en la superficie de los embalses manteniendo la capacidad de generación de energía. Es decir, se inundaría menos superficie en la zona. De esta forma, se optimizaba el uso de los recursos hídricos disponibles en la zona donde se emplazarán las centrales, disminuyendo la altura de los muros y construyendo las cinco generadoras previstas. Este cambio implica un aumento de la inversión inicial, que era de 2.430 millones de dólares.

El proyecto es polémico también porque supone instalar casi 2.000 kilómetros de tendido eléctrico por la Patagonia. Los promotores del proyecto hicieron otro cambio en el plan inicial, para que el salto en la confluencia de los ríos Baker y Nef, el sector de Valle Grande y el sector de lodges de pesca, sitios considerados de gran relevancia turística y ambiental por la comunidad de Aysén, queden excluidos de los embalses. La finalidad de esta modificación es proteger los valores medioambientales y turísticos de esa zona.

A pesar de esos cambios, el proyecto HidroAysén continúa generando mucha oposición en Chile. Un estudio elaborado por investigadores del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Chile señala que, desde un análisis del futuro energético chileno, que entre los años 2014 y 2025 las cinco centrales se enfrentarán a una sobreoferta energética que hace que sean prescindibles. Y recomienda que se aplace una decisión al respecto al menos diez años. Según este estudio, sólo con medidas de eficiencia energética, Chile puede ahorrar al año 20.000 GW, cuando el proyecto HidroAysén plantea una generación de 18.400 GW.

Lo más interesante de este asunto es cómo proyectos como éste ponen a prueba la tan cacareada responsabilidad social corporativa de las entidades financieras frente a posibilidades de negocio, como la financiación de una inversión tan monumental como ésta.

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