30 de julio de 2008

EL REGRESO DE LAS VIEJAS IDEAS Y ESO SE AGRADECE

COMPROMETAMOSNOS Y DIFUNDAMOS EL PROGRAMA DE LA UNIDAD ....UNA TAREA URGENTE

Por el sacrificio de nuestros padres, por el futuro de nuestros hijos

Nos comprometemos a luchar por la unidad del pueblo

Nuestros padres nos educaron en la escuela del trabajo y la dignidad. Nos han transmitido una lección fundamental: si el pueblo se une, puede sobrellevar sus penurias, puede lograr grandes victorias. Sin embargo, los dueños del país pretenden hacernos creer que vamos bien, que no hay problemas. Los políticos nos engañan y buscan manipularnos impunemente, mientras se burlan de nuestra situación. Con sus abusos pretenden que nos humillemos, que perdamos nuestra dignidad.
Hay que escoger: o agachamos la cabeza y seguimos una vida de carencias, o nos decidimos por el camino que han trazado nuestros padres, el de la honestidad, el trabajo y la lucha diaria por un futuro mejor.

Ha comenzado un nuevo siglo, el siglo XXI… La creación humana, la dolorosa experiencia de la historia y el permanente afán humano por mejorar sus condiciones de vida, todo nos presagia que deberíamos estar a las puertas de un tiempo mejor. A las puertas de una época en que nuevas tecnologías debieran ayudar al hombre a reducir los esfuerzos penosos y elevar el trabajo humano. A las puertas de un tiempo en que la economía debiera servir a las necesidades del hombre y eliminar el hambre y las carencias materiales de toda la humanidad. Al inicio de una era en que las guerras y los conflictos se conviertan ya en parte de una oscura herencia. En la fundación de un tiempo en que los hombres sean valorados por su dignidad y su trabajo y sean libres para determinar su destino.
¿Estas promesas y esperanzas se han cumplido? La realidad nos dice que no.

* El mundo produce lo suficiente para alimentar holgadamente a toda la población mundial y cada día se destruyen leche, cereales y otros productos, para mantener altos los precios del mercado.
* La economía crece para admiración de políticos y empresarios y los sueldos se mantienen igual.
* Grandes consorcios aumentan sus inversiones y los cesantes seguimos con la angustia de tener qué dar de comer a nuestros hijos.
* Proclaman la educación como la herramienta del futuro y decenas de miles estudiantes la viven como gigantesco negocio, para otros.
* Se construyen modernas carreteras y en nuestras poblaciones abunda el polvo y el olvido.
* Se vanaglorian de su democracia y crear un sindicato es motivo de persecuciones y despidos.

Nuestros gobernantes nos aseguran que pronto lograremos el desarrollo y el bienestar. Sólo, agregan, hay que saber tomar “la oportunidad histórica”. Y hay que esperar, dicen.
Pero no es suficiente la construcción de grandes autopistas en manos de empresas extranjeras, de monumentales aeropuertos para visitantes pudientes e imponentes malls, que venden, en cuotas, la ilusión de vivir bien. No nos bastan sus reformas educacionales, judiciales y sus planes de salud renovados.
No nos sirve una economía que crece, pero la riqueza se concentra en unas pocas manos. No nos sirven los recursos naturales de Chile que sean de beneficio exclusivo de consorcios extranjeros. No nos sirve crear bienes y productos y que nos escamoteen lo mínimo para subsistir.
No nos sirve. Y no queremos esperar más.

¿Por qué insistimos en que nuestros hijos deberán vivir en un mundo mejor? Porque nada de lo que deberíamos tener, lo tenemos. Porque nada de lo que deberíamos ser, lo somos.

Hemos trabajado y luchado para vivir en un mundo infinitamente avanzado, pero solo algunos tienen ese privilegio.

No, no podemos seguir así.

Tenemos dos opciones.

O confiamos nuestro futuro y el de nuestros hijos en manos de quienes hoy gozan de privilegios y granjerías. Podemos dejar nuestros asuntos en manos de quienes no ven al hombre, sino sólo al consumidor al que engañar. Que no ven al productor, sino que sólo se fijan en el signo del dinero que les reportará su trabajo. Podemos abandonarlo todo al arbitrio de los políticos. Podemos seguir soportando su prepotencia y su ignorancia, sus “arreglines” mediocres, sus coimas miserables y sus robos monumentales.

Pero está la otra opción.

Podemos comenzar a decidir nuestro propio destino, según nuestros intereses y nuestros valores. Serenamente declaramos que nuestras metas y nuestros valores son superiores, son mejores. Depende de nosotros. De nuestra capacidad de organizarnos y unirnos en un propósito común.


Es la hora de actuar
Ha llegado el momento de hacer sentir nuestra voz. La hora de crear un programa que represente las auténticas demandas populares. Un programa hecho por nosotros mismos, hombres y mujeres comunes, sin la intervención de cúpulas políticas. Un programa que represente la unidad de todos. Un programa que se cumpla; que se haga realidad mediante nuestra lucha y esfuerzo.

Nuestras demandas son simples. Queremos vivir de acuerdo a nuestro trabajo y nuestra dignidad. Chile cuenta hoy con las posibilidades para proporcionar a todos sus habitantes la satisfacción de sus necesidades. Sin embargo, somos sometidos constantemente a carencias, abusos e imposiciones. Nuestras demandas son simples. Exigimos el derecho al trabajo para todos, a un trabajo que asegure las condiciones para vivir honradamente y no sólo para subsistir. Exigimos que la educación y la salud sean igualitarias y no un negocio. Exigimos viviendas que sean casas dignas, para la vida familiar y el descanso, y no espacios hacinados.
Exigimos una justicia que vaya a las causas de los problemas sociales, de la delincuencia, de los abusos y la corrupción, y no un sistema que favorece a los que tienen dinero y “acceso”. Exigimos un ordenamiento político y económico del país que esté subordinado a los intereses y las decisiones del pueblo y no un sistema que beneficia a empresarios y politiqueros. Exigimos la creación de un poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Exigimos justicia.

Para dar cumplimiento al programa popular debemos unirnos. Es necesario organizarnos en un gran movimiento del pueblo que levante firmemente las banderas de la unidad, de la solidaridad, y de la independencia frente a las interferencias políticas y económicas del poder. Hoy hace falta formar círculos por la unidad del pueblo –grupos, pequeños o grandes- que difundan este programa, promuevan la unidad y la organización del pueblo e impulsen la lucha por sus justas demandas.


Hacia un programa del pueblo
De lo más hondo de nuestras necesidades, surgen una serie de demandas que representan todo lo que exigimos para vivir de una manera digna. Nuestras demandas son por una mejor salud, educación, justicia, por trabajo y viviendas dignas, por la unidad y el derecho del pueblo de decidir su destino.
Lo fundamental es que estas demandas sean cumplidas. No algunas, sino todas. ¡Eso es un programa!, un programa de lucha. Si los gobernantes y los representantes del poder son incapaces de satisfacer estas exigencias, deben hacerse a un lado y dejar que sea el pueblo el que busque las formas más idóneas de hacerlo... (CONTINUA EN EL ENLACE)

A pasar de las demandas populares a un programa popular, hecho por nosotros mismos, hombres y mujeres comunes

Por el sacrificio de nuestros padres, por el futuro de nuestros hijos.
Nos comprometemos a luchar por la unidad del pueblo

MOVIMIENTO UNIDAD.
FUENTE : PORLAUNIDAD.BLOGSPOT.COM

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