28 de mayo de 2008

HIELO NEGRO - PURGATORIO BAR ( 2007, ALGO RECORD)


Que simple y definitiva declaración de principios es el tema que da el nombre al disco. La historia de ellos mismos condenados a tocar para siempre, entre el cielo y el infierno, los riffs y la marejada de rock clásico que profesan desde que no los conocía nadie hasta ahora, y hasta el día en que se los coman los gusanos. De su estilo no los mueve nadie.

Si la discografía de Hielo Negro iba mostrando un importante progreso en cada nuevo álbum, lo que nos traen ahora puede parecer algo más dubitativo, con momentos en que la fórmula parece gastada y destellos que vuelven a encender la jarana. Así y todo, lo que un viejo fan de la banda o un curioso bien dateado pudiera esperar lo obtendrá, tal cual reza el purismo y la adhesión al rock de la vieja guardia. La característica voz de Marcelo Palma, de melodías precarias y letras tan sencillas como sugerentes. Temas rápidos como la calle, y lentos como el humo de un cigarro. El sonido que los caracteriza, sucio como esas costras pegajosas que se forman sobre la mesa de un bar roñoso. Con todo esto vuelve Hielo Negro, en un momento en que la escena de rock´ n roll con pilsen a luca, mezclilla y jockey genera montones de grupos nuevos, tocatas, discos y todo un movimiento de personas tan sedientas de riffs como de alcohol. Purgatorio Bar, con sus puntos altos y defectos, los complacerá a todos.

En una corta sesión de grabación, los temas fueron registrados en vivo y en formato análogo. El método se hace sentir a nivel de textura y atmósfera, e incluso es tal la intención de capturar la esencia de una sala de ensayos, que la guitarra y el bajo están radicalmente paneados hacia la izquierda y derecha respectivamente, emulando la ubicación de los amplificadores. Pero no se entiende por qué las cuerdas quedaron tan abajo en la mayoría de las canciones, y la voz tan encima. En algunos pasajes, lo que debiera ser un rugido se oye como un murmullo lejano, algo que no le sienta bien a un grupo de rock duro (”Cruz del Sur” puede ser el ejemplo más notorio).

Con este nuevo álbum, envueltos en la rebeldía con que se manifiesta el clima y con el calentamiento global en boca de todos, la banda muestra inquietudes ecologistas y esa fascinación tan “doom” por la muerte y los paisajes apocalípticos. Dentro de esos tópicos resalta la profética y sutilmente melódica “Arde la Tierra”, y el cierre no puede ser mejor con “El Vuelo”, arrastrado, denso y grandilocuente. En sus mejores momentos, la banda parece más aventurada en las partes instrumentales, principalmente por la guitarra que se desbanda con solos más largos dentro de estructuras mejor trabajadas. En la otra cara, el trío patagónico no demuestra interés por desafiar sus propias formas, confiados en la onda del jam y la generación espontánea de canciones. Purgatorio Bar hace pensar al respecto, pues a la altura del cuarto disco (sin contar el split con Yajaira) y los que vendrán, lo que al principio es fertilidad pura, con el tiempo puede convertirse en un retorno circular a ideas gastadas. A Hielo Negro aún le sobra combustible para hacer buenas canciones, incluso conocen mejor el oficio, pero una pizca de auto cuestionamiento podría haber generado más momentos inspirados como el cuarto y el último tema, y estaríamos hablando, tal vez, del disco del año.

No hay comentarios: