7 de marzo de 2008

CUANDO LA VERDAD SUPERA LA FICCION


Capital Real y Capital Ficticio

(Publicado en Diario Estrategia Febrero 15, 2008)

Los economistas están preocupados y así también los hombres de negocios; se respira inestabilidad en el incomprensible -para las personas- mundo de las finanzas. Y aunque se quiera dar la impresión que hemos aprendido de las crisis financieras, tales como la famosa crisis del 29, la problemática es siempre la misma: una expansión inorgánica de transacciones ficticias de capital. Entre otras cosas esto es grave puesto que una parte importante de los fondos de pensiones están depositados en papeles financieros de distinta naturaleza y nombre (acciones, options, swaps), los que no tienen un correlato en el mundo real, es decir, hay más “riqueza financiera” que bienes materiales y riqueza natural como bosques o biomasas marinas.


La extracción de riqueza natural y el desvío sistemático de excedentes de la producción real hacia el mundo financiero, hace posible la magia del incremento descomunal de la riqueza financiera, la que ha crecido mucho más rápido que el ingreso real de los países, llegando a ser cinco veces el valor del producto económico real mundial. Pero, si todos los dueños de esa riqueza, hoy quisieran hacerla efectiva en bienes materiales, no habrían suficientes autos o lechugas para hacerla real. Esta fantasía es posible gracias a: la creciente concentración de riqueza que hace crecer el capital de quienes pueden ir a la bolsa a rentabilizar más aún su riqueza y esto permite empujar los valores hacia arriba; el acceso al crédito fácil que permite a muchos operadores financieros ir del banco a la bolsa para hacer ganancias especulativas, pidiendo prestamos de corto plazo con tasas inferiores a la rentabilidad de la bolsa; el desarrollo de las AFP que permiten capturar una riqueza disponible para ir a buscar rentabilidades en las bolsas.


El problema es que este desequilibrio entre lo real y lo ficticio, en algún momento empieza a expresarse y lo complicado es que afecta a la economía de carne y hueso. Primero, el precio ficticio de los papeles financieros es un incentivo para reasignar las inversiones desde lo real a lo financiero; segundo, las futuras pensiones se ven destruidas por la pérdida de valor del capital financiero en que éstas se han invertido; además, los Estados reasignan fondos para sostener las bolsas y los inversionistas se vuelven adversos al riesgo, retardando inversiones y contrataciones. Tristemente, los que sufren las consecuencias de la especulación en los períodos de auge, son también los mismos que sufren en períodos de depresión.


Marcel claude, Economista.

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