10 de febrero de 2008

EL PANIC SHOW DEBE DE TERMINAR


El chancho y el afrecho


¿Dónde está la diferencia entre la pasada dictadura militar y esta nueva ‘dictadura perfecta’ si, además, la brecha económica ha aumentado dramáticamente, el poder real de compra del chileno medio ha caído en picada respecto del que ostentaba a fines del año 1972, y los recursos naturales del país –y el país mismo- pertenecen a extranjeros intereses? QUE LA POLÍTICA ya no es lo que era, resulta ser opinión general entre los chilenos. Y que los actuales políticos tampoco se asemejan un ápice a los de antaño, constituye una verdad del tamaño de un volcán. Conceptos como el de solidaridad, justicia social, soberanía popular y amor a la patria, son hoy extemporaneidades en el vocabulario político.

Ahora todo es negocio, ganancias, status, poder, figuración. Si para lograr lo anterior se hace necesario engañar y traicionar al elector, pocos parlamentarios dudan en cometer el ‘ciudadanicidio’ para obtener lo que desean. Y si la patria debe ser cuarteada en trozos vendibles y transables en el mercado internacional para engordar las billeteras de nuestros ‘representantes’ y sus nuevos socios, el pensamiento oficial de quienes legislan y gobiernan sigue siendo el mismo.

Como en todo orden de cosas, la culpa no es sólo del porcino, sino principalmente de quienes le dan el afrecho. En este caso, los responsables del afrecho resultamos ser nosotros, los ciudadanos a pie, los que votamos cada cuatro o seis años para entregarles representatividad a las mismos caras pétreas que nos estafan, roban y mienten…quienes además, coronando la desfachatez, de vez en cuando nos insultan al considerarnos tontos de capirote e incapaces de realizar el más mínimo análisis político.

Resulta que ahora todos los politicastros se declaran ‘democráticos’, obviamente sin explicar jamás qué entienden ellos por ese sistema. Es que incluso tipos que en el pasado reciente se les reconocía públicamente como fascistoides, tal como Longueira, Novoa, Moreira, Arancibia, Cristi, Labbé, Chadwick, Piñera, Melero, Coloma, y otros de similar pelaje, tienen hoy el tupé de hablar y actuar en nombre de esa misma democracia que hace pocos años combatieron, atacaron y destruyeron con ferviente fanatismo.

No son los únicos, pues en los gobiernos concertacionistas hubo (y hay) personajes que fueron también indisimulados partidarios del gobierno militar y, peor aún, incitadores directos del fatídico y sangriento golpe de estado del año 1973. Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Francisco Vidal, Andrés Zaldívar, René Cortázar, José Pablo Arellano, Rafael Moreno –sólo para nombrar a los más conocidos- caen en esa categoría. Ninguno de ellos puede negar que en reuniones políticas y gremiales, en encuentros sociales, en programas de televisión, en entrevistas de prensa y en sesiones de directorios empresariales, durante al menos todo el año 1973 desde enero a septiembre, impetraron y rogaron a las fuerzas armadas por una intervención militar.

Claro que después de una semanas de tiranía, se percataron –tardía y dolorosamente- que habían sido los tontos útiles, las manos moras, utilizadas por el gran capital financiero internacional para agenciarse un lugar estratégico en Latinoamérica desde el cual poder expandir sus tentáculos predadores y clasistas. Quedaron fuera del juego y desde ese instante atravesaron la vereda para cobijarse en la masa de los desposeídos, de los torturados y asesinados, mas, no con el propósito de representarlos en sus esperanzas sino, específicamente, con el objetivo aprender las técnicas financieras de los golpistas y, en un futuro no muy lejano, apropiarse del gobierno y formar sociedades con quienes serían después ‘vástagos’ y viudos del pinochetismo.

Para ejemplificar certeramente lo dicho, no olvidemos que el ex presidente Eduardo Frei Montalva escribió una carta dirigida al Primer Ministro italiano, Mariano Rumor, en la que justificaba plena y conscientemente las tropelías cometidas por oficiales y mandos intermedios del gobierno de facto a lo largo y ancho del país. Años más tarde, ubicado ya en la otra vereda, quiso encabezar la oposición al régimen de facto. Recordemos además que uniformados como Sergio Arellano Stark pertenecían al cerrado y exclusivo círculo de amigos del ex mandatario, habiendo llegado incluso a declarar en una entrevista de prensa publicada en julio/agosto de 1987 que siempre se sintió muy cercano a la democracia cristiana y, principalmente, a Eduardo Frei Montalva. A confesión de parte…

Aún más, Patricio Aylwin Azócar participó directa y voluntariamente (como instigador y coordinador) en la votación de la Cámara de Diputados que declaró ‘inconstitucional’ al gobierno de Salvador Allende, con lo cual abrió las puertas de par en par a la masacre que se dejó caer sobre el pueblo. Por ello, años después, cuando asumió la primera magistratura de la nación encabezando la nueva ‘democracia’, para los chilenos de buena memoria no resultó inesperada su lamentable frase respecto a “hacer justicia en la medida de lo posible”. Tampoco fue sorpresa que Frei Ruiz-Tagle –ya presidente de la república (así, con minúsculas)- ordenara a sus ministros y embajadores jugarse el todo por el todo en orden a conseguir que el gobierno inglés liberara al genocida Pinochet Ugarte.

Con mayor fuerza que durante los mandatos de Aylwin Azócar, Frei-Ruiz Tagle y Lagos Escobar, el gobierno de Bachelet Jeria se ha esforzado principalmente en administrar y equilibrar las fuerzas internas del duopolio binominal conformado por Concertación y Alianza, constituyendo ambos una sociedad de intereses económicos que ha estructurado una dictadura perfecta. Las diferencias existentes en los programas de esas coaliciones son tan mínimas e irrelevantes que sus respectivos idearios conforman un todo indisoluble, un continuo de norte a sur, cuyos objetivos se homogenizan en el asunto principal tanto como en los aspectos secundarios de la cuestión central.

Tal como van las cosas, esta dictadura perfecta del duopolio binominal podría lograr pronto el empate con las tropelías económicas y anti chilenas cometidas por la dictadura militar. Esta es la responsable de la venta de empresas fiscales, a precio de huevo, que pasaron graciosamente a manos privadas. Y el actual duopolio ha faenado el país en medios y cuartos kilos vendidos a consorcios extranjeros que se apropiaron de carreteras, autopistas, bosques, minerales, ríos, glaciares, bordes costeros, puertos, energía, combustibles, agua potable, sanitarias, teléfonos, universidades, previsión social, comunicaciones, etc., etc.

¿Dónde está la diferencia entre la pasada dictadura militar y esta nueva ‘dictadura perfecta’ si, además, la brecha económica ha aumentado dramáticamente, el poder real de compra del chileno medio ha caído en picada respecto del que ostentaba a fines del año 1972, y los recursos naturales del país –y el país mismo- pertenecen a extranjeros intereses?

Estamos en un año electoral, el que se extenderá hasta el 2009. La soberanía popular tiene la palabra. Es hora de cortar la entrega de afrecho a un chanchito que ha engordado mucho más de lo necesario y suficiente.

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